Hermosa tarde la que margarita lo vió por primera vez,
un aluvión de chispitas iluminó su mirada.
Juró velaría por él , apostando cuerpo y alma,
con amor y pleitesía, hincando el rostro a sus piés.
Desvelada, cada día, tendría que alimentarlo.
Porque estaba convencida de que así, sería suyo.
Él levantaba el perfil, con porfía y con orgullo.
Y ella adornaba el jardín, henchida por adorarlo.
No dejaba de mirarlo,
y no era de tanto en tanto!
Se propuso controlarlo, cada dos horas y media.
Si brillaba,
si sufría,
si estaba tibia la tierra,
si sudaba,
se movía,
y si crecía,
cada cuánto …
Lo tocaba,
lo mimaba,
lo cambiaba de maceta.
Dudaba exponerlo al sol, o acomodarlo en la sombra.
Le hablaba con dulce voz
(solita, como una tonta)
Él nunca le respondió, pero ella , seguía su meta.
Con agua y con gesto suave,
lo regaba a la mañana.
Lo regaba por la tarde,
lo regaba por la noche.
La cascada cristalina no consentía reproche.
II
Te rocío vida mía, con mis enérgicas ganas…
Ya no me tires más agua, vivir así, ¡es imposible!
En silencio:
él, le rogaba
- Ésto se hace insostenible-
Pero ella , no escuchaba. No paraba de regarlo.
Y él, agobiado, callaba, ya sin poder soportarlo.
Tanto el cántaro a la fuente, fue que un día se cansó,
se achicharró de repente, y sin dudar SE PUDRIÓ.
Y con el último aliento el GERANIO le dijo, hundido:
¡Se terminó este tormento,
ya me tienes RE-PODRIDO!
PREMIO CONSUELO:
¡estrellita morada!
PD:
Tengo una duda sin nombre
y por sacármela, lucho.
Es que se pudren
si los regamos mucho.
Acaso es un craso error
¿darles demasiado … amor?