Anali Sthefani Garayar Zevallos.

viernes, 10 de junio de 2011

AS




 
Se vieron una tarde del futuro
Urdida entre el destino y el azar.
Fingieron no advertirse y sin hablar
Siguieron su camino con apuro.

Los dos llevaban a alguien de la mano,
Un bolso de recuerdos escondido
Y un AS de corazones decidido
A no dilapar latido en vano.

Negando lo gozado y lo sufrido,
Pensaron de una vez y sin cuidado:
Él, que ella ¡por fin! lo había olvidado
Y ella, que ¡jamás! la había querido.

Saber si fue un error aquel supuesto
No ha sido vedado, por supuesto…
Sin embargo…
Él sabe que hizo mal en no matarla
La Noche que debía. Ahora teme
Que no logre jamás ejecutarla;
Abjurar de la orden, que se queme
Su ira a fuego lento y sin dolor
Sin más, sobre la pira de este sin sabor.

Las dudas que no mueren enseguida
Se arriesgan dudar eternamente,
Y anudan a su límite la vida
De aquellos que las guardan las sienten.
La duda y el dolor son dos hermanos
Que rigen del infierno soberano.

Las anécdotas son eternas, infinitas.
No hay mil, hay mil y una. Nadie sabe
Porque equivocó él el cariño.
Quien guarda los secretos y las cuitas
Que abarcan su misterio
Y esa llave
Capaz de atravesar el armazón
Que encierra hasta el letargo un corazón.

Sin embargo…
La dulce analogía está planteada.
Hay guerras que se ganan sin espada,
Alfanje ni puñal. La trama empieza
En límites del sur, o en el oriente.
El fuerte va menguando su dureza
Y el triunfo suele ser el más paciente…
Sin embargo…