Anali Sthefani Garayar Zevallos.

jueves, 3 de junio de 2010

CARA Y CRUZ

Confieso que in-vertí ...

muchas lágrimas
cuando se murió mi papá
(nobleza obliga).
Pero también es cierto
(al menos para mí)
que hay rincones poblados de muertos
que evocan más que cualquier otro lugar
a la vida...


















Será la tarde de setiembre
cuando rosen
mis yemas sobre el labrado
de letras y fechas que indican tu muerte.
El metal no ha desdorado
y una danza de flechas da vida a lo inerte
porque avanza en un rito sagrado y bendito
porque lanza ese grito sin eco y callado.


Y me embiste
el pálido amarillo triste
de ese anillo herido con sangre de rubí
que a los quince no me diste,
cuyo brillo persiste aunque lejos de mí
(dormido) bajo un manto de pronombres
de un hombre sin nombre, bañado de olvido.


Y me animo,
y me inclino en la rubia alfombra
que con maña de lluvia se inventa el sol
y la engaña (o intenta) a mi sombra;
va curando los daños su blondo farol,
ya cavando hondo... (no te nombra)
pero entibia, y es paño que alivia.



Te recuerdo
y me pierdo en las luces.
Flash eterno.
Nefando portal de dolor.
Ocre líquido que abduce
y se cuela sellando la paz con un solo color

Salgo airosa,
aún de bruces,
silenciosa,
entre cruces,
entre aroma de rosas,
ya concluyo roma de temor,
(sólo aquí)
aún de bruces,
entre cruces,
bajo el ojo desnudo del sol,
sobre el tesoro mudo de tu corazón,

¡sí!

es oro todo lo que reluce…
 
 
 
 
 
Jacintos de amor por mi dolor...
 
 
Para que sepas que aún te quiero y te espero mi adorado papá...