De nada valen mis quejas,
Pasan el tiempo, se esfuma mi amor
Cuento mil ovejas
(tal vez conté cien mil y una)
Como un tigre tras las rejas,
Me he puesto a mirar la luna…
En un cielo de turquesas
Alzar vuelo es ilusorio
Un intento sin certezas,
Y escalar al ardua cuesta bruna
de la luna. La princesa
de poemas delirantes...
Que se unió en secreta unión de diamantes
Que en lugar de brillar, se besan.
(o quizá eso era antes)
Que sagrada vi a QUEVEDO
Y dorada a JORGE LUIS BORGES
En algún verso feliz
Que eternizaron; yo no puedo
Vislumbrar solo el remedo
De un espejo sin cristales
Con reflejos espectrales
Que me desnudan el miedo,
Y me muestran sin piedad con siniestra claridad:
De llanto el mar de mi Madre,
La ceniza de sus sueños
Condenados al despeño,
La sonrisa de mi Padre
Que se clavó y aun arde…
Y el andar de mis hermanos
Con el errar de QUIJANO
Con muchos perros que les ladre…
¡De esos tres, opino yo,
ROCINANTE, se salvó!
Pero también existe un hombre
En un Edén inventado
Que mi vida se ha llevado
El mismo que mis ojos han soñado y dibujado
A pura dulzura su espectro y su nombre
(Que nunca mi lector sepa de su amor)
Que nunca sepa mis vigilias de “se le extraña”
Tirria que agrede con saña
O concede que te escombres;
Procede “come la vita”
Te debe, te da, te quita…
Pero el cielo de turquesas
De mi vuelo, aunque ilusorio,
O tildado de abalario,
Va engarzando cada pieza
En un camino que empieza
En el nido de un poema
Y termina en una nirvana
De glicinas y cerezas,
O en las manzanas que Adán
Por necesidad de pan
Mordió y perdió la cabeza.
Concluyendo, no soy Eva,
Ni Helena, ni Salomé,
Pero si mengua mi fe,
Un angel rojo se leva,
Y hasta el infierno me lleva
Por antojo de los dos,
Arrojo, cadencia, coz,
Mis diez yemas se sublevan,
Y cada noche que Dios
Con sus reproches me acuna,
Entro al centro de MI LUNA…
Y encuentro consuelo en alguien que casi ya no es él…
Sthefani
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